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Los sistemas jurídicos en el mundo son diseñados para incidir en las “conductas individuales y colectivas” de las personas con diversas finalidades de Estado, repercutiendo a las mismas consecuencias de derecho. Los sujetos públicos facultados constitucionalmente diseñan y emiten “hipótesis normativas” para el cumplimiento de dichos fines, que en su conjunto integran lo que conocemos como “derecho”.
Cuando los actos y hechos jurídicos se conectan con las situaciones hipotéticas normativas se produce lo que se denomina “subsunción jurídica” generando los efectos establecidos en dichas hipótesis.
Conocer los elementos estructurales de este proceso jurídico resulta indispensable para todo analista fiscal o de cualquier otra rama de derecho, ya que dentro del mismo hay que considerar con excepcional importancia la existencia dos variables, una que actúa por defecto para resentir las consecuencias de derecho; y otra que opera como calificador de las conductas individuales y colectivas que permitirá que se genere en términos precisos la fijación de las consecuencias jurídicas establecidas en la norma
Un despacho jurídico cumple con funciones de asesorar, representar, auditar, defender y tramitar los asuntos legales de todos sus clientes. Sin embargo, para lograr el éxito de una firma, no basta con tener una plantilla de profesionales calificados, también es necesario plantear objetivos realistas y alcanzables.
Los objetivos de un despacho jurídico permiten encaminar todos los esfuerzos hacia el logro de metas concretas, fomentando el trabajo en equipo, la calidad del servicio y la competitividad de la firma.
Hacer un diagnóstico interno y externo de la firma de abogados.
Además de identificar el área de especialización y el perfil del cliente de la firma, para crear los objetivos de un despacho jurídico se necesita medir y evaluar su situación actual. Este análisis se puede hacer mediante la matriz FODA:
Desarrollar los objetivos de un despacho jurídico.
Con todos los pasos anteriores se habrá recabado la información suficiente para diseñar los objetivos de un despacho jurídico, considerando las necesidades de los clientes y de la propia firma